El concepto ancestral del dentista como un personaje atormentador, tiene su origen en el hecho de que la mayoría de los tratamientos dentales son dolorosos y traumáticos, por lo que para un gran número de personas, aún en la actualidad, recibir algún tipo de estos tratamientos es percibido como una experiencia agónica.
La Estomatología y los tratamientos que de ella se derivan juegan un rol esencial para el mantenimiento de la salud, por lo que contar con una dentadura sana y una higiene bucal adecuada debía ser preocupación esencial de todos los ciudadanos. Sin embargo no siempre sucede de ese modo; la expectación, inquietud, ansiedad y miedo que ocasiona, no solo el tratamiento en sí, sino inclusive pensar en ello es innegable, lo que trae como consecuencia que gran parte de la población no acuda a este especialista en el momento adecuado ni con la frecuencia requerida.
EL MIEDO
El miedo es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable, provocado por la percepción de un peligro, que puede ser real o supuesto, presente o futuro y que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza.
Para comprender su esencia, el miedo puede ser visto a través de tres enfoques fundamentales:
- Biológico: El miedo es un esquema adaptativo que constituye un mecanismo de supervivencia surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia; siendo en este sentido, beneficioso para el ser humano.
- Neurológico: El miedo es una forma común de organización del cerebro primario de los seres vivos y el mecanismo que lo desata se encuentra concretamente en el sistema límbico], que es el encargado de regular las emociones y en general de todas las funciones de conservación del individuo. Este sistema revisa de manera constante (incluso durante el sueño) toda la información que se recibe a través de los sentidos y lo hace mediante la estructura llamada amígdala, que controla las emociones básicas, como el miedo o el afecto y se encarga de localizar la fuente del peligro. Cuando la amígdala se activa se desencadena la sensación de miedo o ansiedad y su respuesta puede ser la huida, la pelea o la rendición.
- Psicológico, social y cultural: El miedo puede formar parte del carácter de la persona o de la organización social en la que ésta se desarrolla o pertenece. Es una característica inherente a la sociedad humana que está en la base de su sistema educativo y forma parte de la socialización de los individuos. Se puede temer o no temer a objetos, animales o contextos, incidiendo en ello mecanismos de aprendizaje o imitación, por lo que guarda estrecha relación con los distintos elementos de la cultura
Ante una situación de miedo el organismo responde con cambios fisiológicos inmediatos que se manifiestan en el metabolismo celular, la presión arterial, la glucosa en sangre, la actividad cerebral y la coagulación sanguínea; además de modificaciones faciales como el agrandamiento de los ojos, la dilatación de las pupilas y arrugas en la frente; resultando significativo que el miedo al daño físico provoca la misma reacción que el temor a un dolor psíquico.
En general los efectos que se producen ante el miedo pudieran permitir considerarlo como un sentimiento universal e inherente a la sociedad humana, sin olvidar las particularidades individuales y las influencias del sistema educativo – cultural y el proceso de socialización.
Diferentes estudios sugieren que las personas ansiosas tienden a sobreestimar la anticipación al dolor. Por lo tanto, estos individuos, que sobrestiman el dolor, incrementan el riesgo de finalizar en un círculo vicioso de miedo, ansiedad e inasistencia a consultas, acudiendo reiteradamente a los Servicios de Urgencia cuando la situación se torna insoportable o en el peor de los casos, auto medicándose antibióticos con la esperanza de así eliminar la causa de su sufrimiento, el dolor, sin la presencia de signos y síntomas clínicos que justifiquen este proceder, junto a diversos y sobre dosificados Antinflamatorios no Esteroideos (AINEs), ignorando las posibles y nefastas consecuencias de los mismos.
El componente cognitivo de la ansiedad y el miedo al dentista es prominente y puede tener su origen en:
- Una experiencia previa negativa y dolorosa que ha suscitado una respuesta condicionada al miedo.
Una sensación de indefensión y de pérdida del control en el escenario del consultorio dental. - Una sensación de vergüenza por el descuido dental y por el miedo al ridículo.
- Anécdotas atemorizantes de experiencias dentales negativas aprendidas vicariamente.
- Representaciones negativas de los odontólogos en los medios masivos de comunicación.
- Una sensación de despersonalización en el proceso de atención dental, intensificada por el empleo generalizado de barreras e indumentarias de protección (mascarillas, guantes de látex, caretas y otros protectores).
- Un miedo general a lo desconocido.
Cuando el individuo quiere disfrutar de una excelente salud bucal y al mismo tiempo el temor a enfrentarse al dentista hace que evite el tratamiento, se produce un conflicto de acuerdo al enfoque conductual, pues las tendencias competitivas entre lo que desea y el comportamiento a seguir para lograrlo genera una contradicción que, lamentablemente, en numerosas ocasiones se traduce en una deficiente salud bucal.
Referencias
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